Piso parejo o el comienzo del terreno pedregoso

Me llaman mucho la atención las entusiastas opiniones de algunos comentaristas de los medios de comunicación que aseguran que los acuerdos del Consejo Nacional de Morena con los aspirantes a la candidatura presidencial de ese partido son un avance de civilidad y democracia y festejan que ya (como se dice del pulque y su relación con la carne) solo les falta un grado para ser elecciones primarias. No extraña que digan eso las personas involucradas, pero ¿los externos?

Pensar que con esos acuerdos el proceso de selección de la o el candidato de Morena avanzará tersamente es no conocer o hacer como que no se conoce a los políticos mexicanos. Quiero hacer notar que me resisto a llamarle a ese proceso la sucesión presidencial, porque hacerlo sería normalizarlo, asumir su naturalidad y su ajenidad respecto de la voluntad ciudadana, como en los tiempos del viejo PRI.

Los líderes morenistas tienen algo, y muy fuerte, en común, su apoyo al Presidente, pero eso no se puede confundir con unidad. Pueden firmar que respetarán los acuerdos, mas después podrán arguir que no aceptan los resultados porque el proceso se apartó de lo acordado. Y hay muchos aspectos en los que el proceso puede desviarse de lo que parece ser su espíritu. Para empezar, el hecho de que quien gane no será el que simplemente tenga más «votos» en la encuesta, sino el que tenga más puntos. Definir qué contará hacia esos puntos es una gran oportunidad de conflicto; asegurarse de que el procedimiento acordado (si se llega a ello) se siga escrupulosamente, es otra. El financiamiento de estas precampañas es una más, como lo es la prohibición de debatir.

Por cierto, un comentarista piensa que esta última prohibición fue un punto ganado por Sheinbaum, quien, supuestamente, es menos hábil en la discusión pública. Yo creo que es, más bien, un triunfo del Presidente. Evitar el debate y las confrontaciones entre sus candidatos sería una forma de bloquear las críticas a su gobierno. Una crítica a los otros es una crítica a la parte del actual régimen en la esas personas han participado. Incluso hacer propuestas es reconocer que el actual sexenio deja cosas a deber. Por eso, creo que ese acuerdo se incluyó para proteger al Presidente, si bien será un esfuerzo fallido, pues no veo forma en que la y los candidatos se posicionen sin criticar al resto, y de pasada, al gobierno saliente. En el viejo PRI sabían esto y, a su pesar, apechugaban. ¿Lo saben hoy?

Por otra parte, está la cuestión de si el Presidente dejará que las encuestas fluyan libremente y decidan quién representará a su partido en las elecciones del 2024. Busca controlar tanto su legado que no parece probable; dudo que le dé lo mismo cualquiera de los cuatro (no cuento a Velasco ni a Fernández Noroña). La posibilidad de que el Presidente oriente de alguna manera los resultados es, a mi parecer, lo que da sentido a la participación de Adán Augusto López. Sheinbaum y Ebrard pueden ganar la encuesta, esa es su motivación. Monreal no puede, pero entra para mostrar fuerza y negociar, dado que sus compañeros de partido no lo ven como su igual. Además, puede regresar al Senado, porque su salida es por licencia. En cambio, López Hernández no ganaría la encuesta y pierde mucho al renunciar a la Secretaría de Gobernación. ¿Quiere negociar algo, como Monreal, o es el as bajo la manga del Presidente? Creo que ninguno ha mostrado tanta docilidad a su jefe como él. Si de alguien se puede pensar que buscaría mantener la línea de AMLO al pie de la letra, es de él.

Hay mucho más que comentar de este proceso, pero termino con la declaración de Mario Delgado acerca de que el dedazo está muerto. Ahora sí que, como dice la canción, nadie le preguntó. Si se refiere al dedazo del viejo PRI, falleció hace años. Si se refiere al dedazo en Morena, ¿qué actos presidenciales tiene en mente? ¿Cuál es el sol que quiere tapar con ese dedo?

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Charlar con inteligencia artificial

Hace algunas décadas, con colegas de la Universidad Iberoamericana, escuché una anécdota imaginaria a propósito de la grabación de las clases por parte de los estudiantes (probablemente me la contaron en varias ocasiones diferentes personas). Primero un estudiante llevaba una grabadora al salón de clases y se retiraba, después, otro y otro más lo imitaban hasta que ya no había más que grabadoras ante un docente que optaba por grabar lo que tenía que decir, colocaba su grabadora en el frente del salón y la dejaba allí para que los aparatos de sus estudiantes registraran la lección.

El cuento se puede ver como una ilustración  del extremo al que podría conducir una práctica demasiado frecuente: la de reducir la enseñanza y el aprendizaje a un sujeto que receta un discurso a otros que solo registran lo oído. Hay otro desenlace posible y más eficaz y eficiente, derivado de un supuesto distinto sobre la enseñanza y el aprendizaje. Consiste en que el profesor se da cuenta de que es mejor escribir lo que sabe, dejar que sus estudiantes lo lean (junto con otros textos) antes de la clase y se reúnan a resolver dudas, extraer y ensayar las consecuencias prácticas de ese conocimiento, criticarlo y proponer cómo mejorarlo. Claro que esto le quitaría lo gracioso a la anécdota.

Ahora que la generación de textos mediante inteligencia artificial es lo de moda y una aplicación de teléfono me invita a chatear con IA y GPT-4, no pude más que recordar la historia recién contada y llevarla a un futuro no muy lejano en el que una persona programa su teléfono inteligente para enviar mensajes sobre determinado tema a uno de sus contactos. A su vez, el interlocutor programa su celular para responder a los mensajes del otro. Así los teléfonos tienen una sabrosa charla que alimenta la amistad de sus dueños y les permiten evitar la interacción para dedicarse a sí mismos.

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El efecto manada

En su columna de hoy, Sergio Sarmiento dice sobre las perspectivas electorales de Morena:

Morena se encuentra adelante en las encuestas para la elección de la Cámara de Diputados y en cuando menos 14 de 15 comicios estatales. La popularidad del Presidente está impulsando al partido. También lo ayudan el reparto de dinero a millones de familias y el ‘efecto manada’, en que la gente decide votar por el partido que todo el mundo dice va a triunfar, como el PRI de antaño. A la gente le gusta apostarle a un ganador.

No sé si hay estudios sobre ese “efecto manada”, pero he tenido la oportunidad de verlo actuar varias veces en personas cercanas a mí que dan por hecho que un candidato va a ganar y votan por él. No les simpatizaba, mucho menos compartían sus posturas políticas (si esos candidatos las hubieran tenido). Simplemente daban por hecho que esa persona iba a ganar porque lo decían los conocidos, los comentaristas políticos ¡y hasta los otros candidatos!, cuando hablaban de que venía la aplanadora y cosas por el estilo.

Tengo la impresión de que Peña Nieto ganó la presidencia en buena medida por ese efecto. No tenía gran cosa que ofrecer, pero mucha gente empezó a decir que él iba a ganar. Me pregunto si realmente en eso consistió su campaña, incluso más que en presumir su copete u otros medios cuestionables: en promover que otros dijeran que iba a ganar. Quizá algún tesista de ciencia política o comunicación se interese por el tema.

Estoy de acuerdo con Sarmiento, cuando no disponemos de otros elementos (propuestas, simpatía, incluso esperanza) para tomar postura, las personas tendemos a apostar por quien dicen que va a ganar, se trate de caballos o candidatos.

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El general sin juicio

El retiro de los cargos al Gral. Cienfuegos en Estados Unidos ha desatado muchas conjeturas, algunas, la verdad, muy atractivas. Sin embargo, por el principio de parsimonia (la navaja de Ockham) me inclino por la explicación que propone Sergio Sarmiento: que el caso no estaba bien sustentado por los fiscales por basarse en testigos protegidos no confiables.

De todos modos, me parece que la forma en que los dos gobiernos han presentado la situación es una trampa autoimpuesta: los dos se ven mal y se pueden ver peor, sobre todo el nuestro. Trump se coloca una mancha más en su salida de la presidencia, pero López Obrador enfrenta más riesgos. Si procesa o no procesa, si condena o no condena, de todos modos lleva la de perder y tiene cuatro años por delante. Solo podría quedar bien con el ejército en caso de no procesar o no condenar. ¿Le bastará con eso al presidente?

Otra liga al artículo de Sarmiento.

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Misterio gozoso: pianista perdido y hallado en Internet

A principios de los años 70 mi mamá y mi papá llevaron a casa un disco LP con las polonesas de Chopin interpretadas por Adam Harasiewicz, un pianista polaco. El romanticismo patriótico de esas obras, que se manifiesta sobre todo en las polonesas llamadas “Militar” y “Heroica”, cobijaba mis preocupaciones y aspiraciones sobre mi propia vida o la vida del país. Recuerdo cómo me movía una anécdota, que ahora considero chovinista y cursi, recogida en el reverso de la funda del disco. Un comentarista polaco contemporáneo de Chopin, ante el nacionalismo que le insuflaban las polonesas de éste, decía que sólo lamentaba que su apellido pareciera más francés que polaco, que no se apellidara Chopinsky.

Era mi adolescencia y una época en la que muchos estábamos hartos de la corrupción, el autoritarismo y la injusticia, en la que Estados Unidos no era todavía nuestro socio comercial, sino el antiguo invasor y expoliador, así como la potencia que intervenía en la vida de los demás países y la torcía. El discurso tercermundista de Luis Echeverría y, más tarde, el pseudomisticismo nacionalista de José López Portillo, así como las ocasionales salidas del huacal norteamericano realizadas por estos presidentes, no ocultaban nuestra dependencia ni, por supuesto, la situación interior. Amar a México incluía hacerse cargo de esto y más, y requería una fuerte dosis de esperanza que en las décadas siguientes muchos convirtieron en acción política para aportar poco a poco un país mejor en algunos aspectos, aunque su desigualdad y su corrupción siguen doliendo, siguen punzando.

Ya sé que es un lugar común hablar del poder expresivo de la música, pero no puedo dejar de admirarme por la manera en que las polonesas me resonaron tanto como mexicano, a pesar de que contaba con poca información sobre Polonia, su liquidación y resurgimiento, las invasiones, la pérdida de territorio, sus luchas de liberación. Bueno, quizá no es tan extraño: el romanticismo…

No creo haber escuchado aquel disco después de salir de la casa familiar para estudiar la universidad. Escuché versiones orquestales que, sin disgustarme, no me satisfacían ni me satisfacen. Parece que algunas obras escritas para un instrumento en particular no se benefician mucho de orquestaciones sinfónicas. Siento que, si las polonesas de Chopin no son generadas por la percusión de los martinetes sobre las cuerdas del piano, no alcanzan toda su fuerza.

En diferentes momentos busqué el disco en las tiendas de música, sobre todo cuando llegaron los CD, pero nunca lo encontré. Hallé las versiones de varios pianistas famosos, algunos polacos. Entre las versiones que me gustaron están las de Arthur Rubinstein y Vladimir Ashkenazy, pero no me sabían igual que las escuchadas años atrás.

Al no encontrar siquiera el nombre de Harasiewicz me preguntaba si aquel disco de mi adolescencia no era una de esas grabaciones baratas que se hacen con músicos secundarios y que bajan de precio una y otra vez hasta agotarse y desaparecer de los catálogos, si es que alguna vez estuvieron en ellos.

No sé por qué, al llegar la World Wide Web y, después, la música descargable, no tuve la iniciativa de buscar a Harasiewicz. Sí busqué las polonesas, pero ese pianista no aparecía en los resultados. Hoy, tampoco sé por qué, se me ocurrió buscarlo directamente y lo encontré a él y a aquel disco editado por Philips con el que conocí a Chopin.

Resulta que el pianista, nacido en 1932 y vivo todavía, fue reconocido en su momento como uno de los mejores intérpretes de Chopin, cuyo repertorio grabó en su totalidad. A partir de mediados de los setenta, dejó de grabar y, al parecer, su quehacer ha consistido en dar clases magistrales, asesorar a otros pianistas y ser juez de concursos de piano. Algún comentarista en Internet opina que su especialización en Chopin no le ayudó a seguir vigente. Eso sucede a veces con los artistas, se encasillan o los encasillan, pero no me acaba de explicar la forma en que Harasiewicz se invisibilizó. ¿Qué lleva a un pianista como a él a abandonar los conciertos y las grabaciones?

Hoy, después de oír la “Militar” y la “Heroica”, sentí de nuevo el efecto de las interpretaciones de Harasiewicz, aunque mi forma de sentir mi vida y al país haya cambiado. Esas polonesas saben a casa y, de una manera distinta, aún resuenan con mi conciencia de mi situación y la de México, todavía vigorizan una esperanza que está bastante menguada.


Los enlaces a mis dos polonesas favoritas, tanto en Apple Music como en Spotify.

Polonesa No. 3, “Militar”

https://music.apple.com/mx/album/polonaise-no-3-in-a-op-40-no-1-military/1452794328?i=1452794335

https://open.spotify.com/track/56QppLEixlTo8CG463RXoe?si=LouCHwQfRGWDfCUacdDdug

Polonesa No. 6, “Heroica”

https://music.apple.com/mx/album/polonaise-no-6-in-a-flat-op-53-heroic/1452794328?i=1452794582

https://open.spotify.com/track/0rU6QXQrFk9Ibgt8u0AY0I?si=YJEOM57iThOF2t10TDQRpg

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Tus fotos

Para Humberto chico, Miriam y Daniela (en orden de aparición)

Como a todo padre, me gusta mirar y remirar tus fotos de bebé. Pero creo que me engolosino más con las fotos que yo no tomé, las de estudio o las tomadas por una cabina automática, como las que te saqué cuando me enteré, a las ocho de la noche, que al día siguiente debías llevar al kínder dos fotos tamaño infantil (de qué otro tamaño podían ser). O con esas en las que posas como modelo profesional para un fotógrafo de fiesta infantil y tu melena rizada brilla con el sol casi tanto como tu sonrisa. O esas otras en las que tienes la expresión de un astronauta a punto de subir a la nave, segura de que regresarás a salvo y con éxito. En esas imágenes me gusta encontrar gestos que predicen tu adolescencia y tu adultez actual.
En alguna foto creo encontrar el anuncio de alguno de tus insightsdeslumbrantes, en otra, el origen de esas frases sorpresivas que siempre estoy esperando, esas con las que me confrontas, convences, desarmas o iluminas. A veces estoy seguro de que en un retrato estás anunciando tu compromiso actual con tus convicciones.
Ya sé, a toro pasado cualquiera hace predicciones. Por eso, a veces caigo en la tentación de intentar predecir a la persona adulta que serás a partir de lo que veo ahora. Pero rápido recuerdo que lo mejor es seguir maravillándome con tu crecimiento, sin esperar nada, sólo disfrutar de tu alegría.

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¿Quien debe pedir perdón a los pueblos indígenas?

Que España pida perdón por la conquista y colonización hecha por sus antepasados sobre las naciones habitantes de lo que hoy es America Latina (no sobre México, que no existía) me parece innecesario. Pero no sería tan descabellado que sus gobernantes reconocieran y lamentaran la invasión y el sometimiento, la violencia y el despojo sufrido por aquellos pueblos, pues, a pesar de que lo que dice su rey, sí es posible juzgar esos hechos desde hoy, simplemente porque ésos y otros hechos similares también fueron juzgados en su momento. Los pueblos ibéricos no aceptaron con gusto la ocupación árabe y lucharon contra ella hasta terminarla poco antes de dirigirse a estas tierras.

Lo impertinente, por decir lo menos, es pedirle a España que pida perdón desde la cabeza de otro Estado que ha estado oprimiendo, discriminando y tratando de desaparecer a los herederos de las naciones mesoamericanas durante dos siglos, incluyendo el tiempo que, para nuestro actual presidente, es la época dorada de la vida pública mexicana: los años del priato hasta el fin del sexenio de José López Portillo.

No se puede hacer un llamado así de manera congruente desde un gobierno que, en esta materia, no se ha distanciado todavía de los anteriores y no tiene mejor propuesta para los pueblos originarios (enfatizo el plural, pues no son todos una misma cosa) que convertirlos en beneficiarios de programas sociales (al estilo neoliberal). El nuevo gobierno ni siquiera ha asumido explícitamente los derechos que esos pueblos tienen según la legislación internacional firmada por México (la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas y el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo, el que prescribe las consultas previas, libres e informadas a los pueblos originarios cuando se proyectan políticas públicas que los pueden afectar) y la nacional (artículo 2o. constitucional, entre otras normas).

Por otra parte, las respuestas internas y externas a favor y en contra de la carta de López Obrador al Rey de España en su mayor parte reflejan el racismo que se ha instalado en la sociedad a la par de las políticas hacia los pueblos indígenas (las expresiones anti-hispanas se adentran más en la estupidez que en la xenofobia). Es una discriminación que busca la desaparición o el blanqueo de la población indígena. Sí, tan blanqueo es querer mezclarlos para aclarar su piel o castellanizarlos a la fuerza como idealizarlos y atribuirles una esencia inmutable y excepcional. Con frecuencia, una y otra forma de blanqueo coexisten en las mismas personas y en las mismas políticas. La forma más ordinaria de combinar los dos tipos de blanqueo se da al confinar el valor de los pueblos indígenas en el pasado remoto y apropiárnoslo, mientras que en el presente se folcloriza e ignora a esos grupos.

Un ejemplo de esto último se puede ver en la mención superficial de sus derechos educativos en el dictamen aprobado la semana pasada en las Comisiones Unidas de Educación y Puntos Constitucionales de la Cámara de Diputados. Adelfo Regino Montes, Director General del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas, había propuesto el siguiente texto para un nuevo inciso f) del artículo 3o., fracción II:

f) (La educación) Será intercultural, incluirá la educación indígena respetando y preservando su patrimonio histórico y cultural. En las zonas con población indígena se asegurará la impartición de educación indígena plurilingüe e intercultural, para todos los educandos”.

Lo que se votó el 27 de marzo después del manoseo en las comisiones unidas fue:

En las comunidades y pueblos indígenas se impartirá educación plurilingüe y pluricultural con base al respeto, promoción y preservación del patrimonio histórico y cultural.

A mi juicio, la propuesta de Adelfo Regino se quedó corta respecto de lo que un pueblo puede esperar de su educación, pero, en todo caso, hablaba de la educación intercultural con respeto para el patrimonio histórico de esos pueblos. Lo que quedó en el dictamen que se presentará al pleno de la Cámara de Diputados es una educación pluricultural, término este último que pone el énfasis en la cantidad de culturas y no en su entendimiento, como lo plantea la noción de interculturalidad. Además, hay una clara confusión del término pueblo como sujeto de derecho y y de pueblo como asentamiento humano. Pero, más que todo lo anterior, el patrimonio ya no es de los pueblos indígenas (su patrimonio), sino nuestro (el patrimonio). Resulta que respetar ese patrimonio del pasado es importante porque es de los mexicanos en su conjunto, no porque ese patrimonio es parte de la vida actual de los pueblos indígenas. Entonces, lo que quieren los pueblos indígenas para ellos, hoy, a partir de su patrimonio, no es importante.

Si se quiere abrir una época de cambio (los resultados electorales del año pasado la pidieron, pero la toma de posesión no la instauró automáticamente), convendría hacer buenos los primeros cuatro párrafos del artículo 2o. de nuestra constitución política:

La Nación tiene una composición pluricultural sustentada originalmente en sus pueblos indígenas que son aquellos que descienden de poblaciones que habitaban en el territorio actual del país al iniciarse la colonización y que conservan sus propias instituciones sociales, económicas, culturales y políticas, o parte de ellas.

La conciencia de su identidad indígena deberá ser criterio fundamental para determinar a quiénes se aplican las disposiciones sobre pueblos indígenas.

Son comunidades integrantes de un pueblo indígena, aquellas que formen una unidad social, económica y cultural, asentadas en un territorio y que reconocen autoridades propias de acuerdo con sus usos y costumbres.

El derecho de los pueblos indígenas a la libre determinación se ejercerá en un marco constitucional de autonomía que asegure la unidad nacional. El reconocimiento de los pueblos y comunidades indígenas se hará en las constituciones y leyes de las entidades federativas, las que deberán tomar en cuenta, además de los principios generales establecidos en los párrafos anteriores de este artículo, criterios etnolingüísticos y de asentamiento físico.

¿Está clarísimo cómo poner en práctica esos párrafos? No. ¿Es sencillo? No. Pero es lo que hoy manda nuestra Carta Magna y los consensos de Naciones Unidas que hemos firmado, y no lo hemos llevado a la práctica.

¿Quien debe pedir perdón a los pueblos indígenas? El Estado Mexicano y nosotros, los mexicanos no indígenas, aquí, hoy.

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(Otro) Día Internacional de la Mujer

Está muy bien que en el Día Internacional de la Mujer se nos recuerde a tantas mujeres que han destacado a lo largo de la historia, como lo hace Google. Es posible que haya todavía despistados y despistadas que no sepan que las mujeres pueden realizar todas esas hazañas. Pero la existencia de esas mujeres notables no es el fundamento del respeto al derecho de todas las mujeres a ser y a ser como quieran ser. Y ese derecho debe sernos recordado con frecuencia pues creo que el número de quienes no lo respetamos de manera sistemática u ocasional, consciente o inconscientemente, siguiendo la inercia de la costumbre o aprovechando los beneficios de esa situación, podemos ser más numerosos que los despistados.

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No seamos Trump

No seamos Trump.
Trump está cometiendo, entre otros, dos errores.
1. Identificar mal las causas de los problemas de Estados Unidos, lo que lo lleva a inventar culpables y enemigos.
2. Pensar que para engrandecer a su país tiene que atacar a otros.
No cometamos esos errores. Los estadounidenses en conjunto no son nuestros enemigos. Tampoco sus empresas en conjunto. A la mayoría de ellos también les afectarán varias de la decisiones de su presidente. Y los más abiertos pueden ser nuestros aliados.
¿Boicotear a Starbucks o a McDonald’s? ¿Tratar mal a los estadounidenses o a otros extranjeros? No inventemos enemigos y culpables. La cerrazón patriotera no se combate con ella misma. Muchas agresiones se ven en el horizonte como para empezar a pelearnos con la parte equivocada. En su momento, los mexicanos tendremos que defendernos con inteligencia.
Mientras tanto, y siempre, a los mexicanos nos toca mejorar a nuestro país:
– Siendo creativos, productivos y eficientes.
– Reduciendo la desigualdad, la pobreza y la injusticia.
– Respetando los derechos humanos.
-Votando con inteligencia por nuestros gobernantes.
– Vigilando al gobierno y exigiéndole resultados en beneficio de la población.
– Combatiendo la corrupción, para empezar, no siendo parte de ella.
– Contribuyendo a la vigencia de la ley.
– Reconociendo que ser corruptos y violar la ley no es la forma de protegernos o desquitarnos de los malos gobiernos, es la forma de alimentarlos.
No seamos Trump.

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Las razones de un Nobel: Dylan, Roth y Trump

Los premios Nobel de la paz y de literatura suelen llevar mensaje. No sólo se trata de premiar a quien tiene mérito, sino de afirmar algo. Por eso, más que preguntarme por los méritos de Bob Dylan, me pregunto por lo que quiere decir (o no decir) la Academia Sueca al otorgar este premio a Bob Dylan, en lugar de otros escritores estadounidenses muy reconocidos.

En particular, pienso que el candidato lógico era Philip Roth, de 83 años, a quien muchos consideran el mejor escritor vivo de aquel país. Es grande como escritor y es grande de edad. Qué mejor que él para regresar el premio a Estados Unidos después de 23 años (Toni Morrison lo ganó en 1993).

Pero Roth tiene un problema. Ha sido acusado de misógino por más de una persona. Y ha sido defendido de esa acusación por otras tantas (sobre unas y otras, ver algunas ligas al final de esta nota al pasar). Sus personajes masculinos son tanto víctimas como victimarios de personajes femeninos y estos últimos no siempre aparecen en la mejor luz, a decir de los críticos. Tampoco los masculinos, diría yo. Las escenas sexuales intensas y confrontantes son frecuentes en sus novelas. En una de sus obras, el argumento es que un hombre se metamorfosea en un pecho femenino. ¿Se pueden tocar los temas que Roth toca sin ser misógino? Creo que sí y creo que lo ha logrado. Pero las opiniones en contrario son fuertes.

Quizá en otro momento los académicos de Suecia se la hubieran jugado. Quizá. Pero con Trump enfrente, la sospecha de misoginia situaría a la Academia en el campo de la incorrección  política, mientras que las posturas políticas que Dylan ha adoptado a lo largo de su carrera la mantienen libre de reproche. Repito, quizá en otras circunstancias se la hubieran jugado, aunque nunca se la jugaron con el genio de Borges.

En resumen, me atrevo a postular la hipótesis de que el premio a Dylan, merecido, resultó, además, oportuno gracias a la notoriedad del abusivo Trump. De cualquier manera, me alegro por Dylan. Sólo espero que Roth viva lo suficiente para que le pueda tocar un Nobel.

Algunos enlaces a críticos y defensores de Roth:

https://www.theguardian.com/commentisfree/2011/may/22/philip-roth-carmen-callil-booker

http://lilith.org/blog/2014/03/why-i-did-not-like-philip-roths-new-york-times-interview/

http://forward.com/culture/186074/philip-roth-isnt-a-misogynist-really/

http://www.slate.com/blogs/xx_factor/2013/02/26/is_philip_roth_a_misogynist_keith_gessen_says_no.html

http://www.salon.com/2013/09/21/philip_roth_inspired_my_very_feminist_sex_life/http://www.telegraph.co.uk/women/womens-life/9670062/Philip-Roths-writing-is-anything-but-misogynistic.html

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