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En el consultorio del ginecólogo o Lo que las mujeres quieren saber sobre la impotencia y los hombres no se atreven a preguntar
Posted by Humberto Rivera Navarro in Uncategorized on 25 septiembre, 2011
Entro con mi esposa a la sala de espera del ginecólogo, nos sentamos y exploro las mesitas en busca de algo que leer, una de esas lecturas breves y olvidables que uno no harÃa más que en situaciones como esta. Como no hay nada por el estilo, me dirijo hacia un pequeño folletero con cuadernillos rosas. Ni modo, pensé por el color de los cuadernillos, a leer sobre cuidados durante el embarazo, sobre los primeros dÃas del bebé o sobre ejercicios post-parto, temas todos ellos que dejaron de ser de mi interés hace varios años. Pero al alcanzar el folletero leo “erección”.
Desde el largo tÃtulo compuesto de tres frases dispersas en la portada –“Problemas de erección”, “Una condición del hombre, una preocupación de la pareja” y “Las preguntas más frecuentes que las mujeres se hacen”– el enfoque de la publicación empieza a notarse. Contra lo que pudiera uno pensar, los destinatarios no son los hombres, por eso el color rosa. Dice asà la introducción: “Este folleto presenta información básica a las compañeras de los hombres que cursan con este tipo de disfunción (la eréctil), con el objeto de ayudarlas a conocer aún más sobre este padecimiento”. En otras palabras, al bolsillo del hombre por la necesidad de la mujer.
Muchos organismos internacionales, ONG (organismos no gubernamentales) y GNO (gobiernos no organizados) han descubierto que, para elevar el nivel de vida de las comunidades, las estrategias de desarrollo han de contar con el apoyo de las mujeres. Parece que Pfizer -el laboratorio editor de este cuadernillo y productor del Viagra- también comprende que para elevar algo en el hombre y para que dicha empresa eleve sus ingresos, tiene que aliarse con el elemento femenino de la pareja. Sabe que los hombres, por pena, pueden callarse la impotencia durante más o menos tiempo, pero que las mujeres no tienen motivaciones para aguantarse y estarán más dispuestas a tomar medidas. Viéndolo asÃ, los hombres con “disfunción eréctil” deberÃan estar agradecidos de que Pfizer proporcione una opción intramatrimonial a sus compañeras.
Después de la introducción ya mencionada, Pfizer buscar serenar a sus lectoras y a sus consortes y se esfuerza por hacer pasar a la impotencia como algo similar al catarro común: millones la padecen pero no hay por qué alarmarse. No es para tanto. Si el impotente está desesperado y deprimido (doblemente), se trata de una reacción exagerada. Se afirma que el impacto emocional causado por la disfunción eréctil es causado muy frecuentemente porque a las personas les llega mala información. Es curioso pues creo que la información básica que provoca en un hombre erecto-disfuncional un impacto emocional negativo no “le llega”. La obtiene simultáneamente de sà mismo y de su pareja y, como se dice ahora, en tiempo real. Los prejuicios, las pelÃculas y cualquier otra información externa poco pueden hacer para empeorar el estado de ánimo del sujeto, con una excepción. Esa información externa no solicitada consistente en: “tu esposa (o novia o amante) se metió con fulano porque dice que contigo nada de nada”.
En esta lÃnea de restarle gravedad al asunto, el folleto sostiene que el término disfunción eréctil es más adecuado debido a las connotaciones negativas que algunas personas adjudican a la palabra impotencia. Francamente no entiendo por qué evitar una expresión de resonancias negativas para designar una situación que todo hombre (y su pareja) percibe, más allá de su gravedad (que no dureza) y de la posibilidad de ser corregida, como inequÃvocamente negativa. Pero los redactores de Pfizer insisten y, para tranquilizar todavÃa más a la mujer y a su compañero, dicen: “no es un padecimiento que amenace la vida” (¡faltaba más!). En otras palabras “no la haga de tos, no se va a morir por impotente (perdón por usar el término de connotaciones negativas), aunque se esté muriendo por tener sexo”.
El folleto sigue, describe la fisiologÃa de la erección y hace una lista de las causas de la disfunción eréctil. Inmediatamente después da respuesta a esta hipotética pregunta de una mujer: ¿cómo puedo saber si mi pareja tiene disfunción eréctil? La respuesta es digna de citarse textualmente. “Si con frecuencia su pareja tiene persistentes problemas de erección, es muy probable que usted ya lo sepa”. Creo que lo que querÃan decir es: “No se haga. Si usted de verdad no se ha percatado de que su pareja es impotente, significa que no hay problema (improbable si ya llegó a este punto del folleto), que usted no ha intentado tener sexo con su pareja en mucho tiempo o que no sabe cómo se tiene sexo”.
Un par de páginas después (sÃ, son varias páginas) se responde otra supuesta interrogante de una impaciente y, como de pasada, se desliza esto: “Por experiencia propia, quizás ya se haya dado cuenta de que para algunos hombres la disfunción eréctil puede ser un tema muy difÃcil de abordar”. Vaya, si la frase citada en el párrafo anterior supone que la lectora del folleto es tan ingenua o tonta como para no sospechar un problema de erección en su pareja impotente, esta otra frase asume que es una sexóloga experta, una encuestadora que se dedica a aplicar cuestionarios sobre sexo a hombres o una mujer con una experiencia sexual tan vasta que ha reunido una muestra de actitudes masculinas tan grande como para llegar a la conclusión referida.
Entramos finalmente a consulta. Todo en orden. Al terminar, el médico nota el folleto en mi mano. “¿Qué andan leyendo ustedes?”, dice con cierta sorpresa. Se sorprende más cuando le informo que el opúsculo estaba en su sala de espera y que en la contraportada tiene esta leyenda: “Este folleto es una cortesÃa de su médico”. Mientras nos acompaña a la puerta nos comenta que hay quien aspira nasalmente el Viagra en lugar de ingerirlo por vÃa oral. No hay tiempo de pedir más detalles. Me invade la imagen de una Eva entregando una lÃnea de Viagra a un Adán que de inmediato se echa un pericazo. Me pregunto si esta vÃa de administración permite un aprovechamiento más rápido y completo del medicamento o si la razón para inhalar Viagra es que evoca el consumo de drogas y le añade al encuentro sexual la emoción de lo prohibido.
Mientras esperamos el auto en el estacionamiento leo el enunciado con el que concluye el mensaje: “Este folleto es proporcionado como un servicio educativo de Pfizer, ‘ciencia para el bienestar de la humanidad’”. Vaya un slogan apropiado este último. Con el Viagra, Pfizer, como pocas compañÃas, puede estar haciendo una gran contribución al bienestar y, por supuesto, al crecimiento de la humanidad.
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