Lorenzo Meyer en su artÃculo de hoy en Reforma dice ¿ingenuamente?: «La izquierda partidista mexicana (…) pudo elegir candidato presidencial sin recurrir a la carnicerÃa fraticida». ¡Pero si la izquierda no eligió nada! Las dos figuras con más poder (y sobre todo la que tiene más poder, López Obrador), decidieron cómo dar salida a sus aspiraciones incompatibles y los partidos de izquierda sólo acataron la decisión.
Lo curioso es que al describir el procedimiento seguido, el mismo Lorenzo Meyer dice «Las dos cabezas visibles de la contienda interna, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y Marcelo Ebrard, acordaron acudir a una encuesta para determinar quién contaba con más apoyo y plegarse al resultado». No hay un proceso interno organizado por los partidos de izquierda, sólo un acuerdo entre los lÃderes, en la mejor tradición de los partidos mexicanos. La aparente ausencia de «carnicerÃa fraticida» no es un cambio en el PRD, sus tribus siguen dándose con todo y AMLO sigue siendo la figura con más poder que, como hace seis años, no tuvo mayor problema para ser el candidato presidencial.
Por supuesto, los acuerdos entre las élites no son exclusivos del PRD y los demás partidos de izquierda. Sólo me llama la atención el astigmatismo (creo que la dificultad para «la visualización de detalles sutiles, ya sea de cerca o a distancia» es un sÃmil más apropiado en este caso) de los lopezobradoristas.
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